Capilla de la Virgen del Carmen
Altar Privilegiado, por concesión de Pío IX en 1876. A su derecha, dos preciosas vidrieras con las efigies del Corazón de María y San Antonio María Claret, donadas en 1920 por la Hermandad del Carmen, y fabricadas al igual que las de todo el templo, por la Casa Mauméjean y Hermanos de París.
A su izquierda otros dos vitrales, que representan a dicha Virgen del Carmen y a San Fernando, donativo de D. Manuel González y de su esposa Dña. Carmen Suárez. Como peculiaridad de la vidriera de la Virgen, la condición que puso la donante, de que el Niño Jesús se le colocase en el brazo derecho, y no en el izquierdo como era habitual.
Las imágenes de la Virgen del Carmen y Santa Teresa de Jesús sé trajeron de la Casa Miralles de Valencia. La Virgen en 1902, donada por D. Antonio Guerra, y Santa Teresa en 1903, costeada por Dña. Juana Suárez, Vda. de D. Ricardo Suárez.
La de San Elías la talló en Las Palmas de Gran Canaria, el escultor valenciano D. Agustín Navarro Beltrá y la regaló a la parroquia D. Elías Hernández Pérez. La de Santa Teresita se adquirió en Barcelona en 1947, en pago de una promesa ofrecida por Dña. Rosa María Naranjo Valdés, por haberse curado su marido, D. Mariano Codorniu Quevedo, de una grave dolencia. Fue bendecida y entronizada el 27 de abril de dicho año.
En cuanto al retablo, mesa de altar y hornacinas, tallados en cedro, de estilo gótico, adornos y remates sobredorados, se adquirieron en 1920 en la Casa de D. José Candela de Valencia, costeado todo por el benemérito Don Francisco Gourie Marrero.
En el suelo de dicha capilla, la sepultura del Párroco D. Francisco Cardones Herrera, no sólo por que fuera gran impulsor de la Hermandad del Carmen, sino por su ingente labor en pro de la construcción de este templo. Falleció el 14 de octubre de 1943, y fue enterrado aquí dos días después.
Volver arriba
Altar de la San Juan
En su vidriera, la Virgen Milagrosa, donativo del Colegio Sagrado Corazón de las Hermanas de la Caridad de esta ciudad. Dicho altar estaba presidido en la antigua iglesia por la imagen de la Inmaculada, y lo atendía desde 1883 en que fue creada, la Asociación de Hijas de María, dependiente su organización de dichas Hermanas, en el Hospital de San Martín de Las Palmas.
Al fundarse en 1906 el colegio de éstas en Arucas, dicha Asociación se reestructuró y pasó su sede al mismo, que tenía como intercesora a la Virgen Milagrosa. Por ello, y como donantes, decidieron plasmar su efigie en la vidriera. Sin embargo la Inmaculada siguió presidiendo este altar, ya que la imagen de la Milagrosa quedó en la capilla de dicho colegio.
En cuanto a San Juan Bautista, siempre estuvo en el Altar Mayor a la derecha del Crucificado, como le correspondía por ser Patrono de la Parroquia.
En 1977, el entonces, párroco D. "Lorenzo Aguiar Molina reformó el presbiterio .según las normas del recién terminado Concilio Vaticano II. Retiró el retablo; colocó en el centro una mesa de altar para celebrar la Eucaristía de cara a los fieles, e instauró la Sede presidencial. En 1987, el actual párroco D. Santiago Rodríguez Domínguez remodelo dicha Sede, ganando espacio, y dotando al presbiterio del Ambón o mesa de la Palabra, tallado todo en cantería de Arucas. Por ello San Juan Bautista se pasó a éste altar y la Inmaculada a la sacristía.
De San Juan consta que en 1848, el párroco D. José Antonio Ribero Míreles, considerando que la talla primitiva del santo era pequeña para la magnificencia de una iglesia de tres naves, mandó traer de Málaga otra mayor, que es ésta que ahora aquí se venera, trasladando la imagen antigua a la capilla bautismal. En cuanto a su mesa de altar, es parte del retablo que está en el de San Francisco.
Volver arriba
Altar del Sagrado Corazón de Jesús
En su precioso vitral la efigie del Sagrado Corazón, donado por los hermanos Dña. Francisca, Dña. Dolores, y el antes mentado D. Elías Hernández Pérez.
El retablo, de estilo gótico en cedro sobredorado, vino de la nombrada Casa Candela de Valencia, encargado y pagado de su bolsillo por el gran benefactor mencionado, D. Francisco Gourie Marrero. El Sagrario, de tea y del mismo estilo, recubierto de pan de oro, es el de la antigua iglesia restaurado y adaptado a dicho retablo. Los ángeles en actitud reverente, situados en las hornacinas de dicho retablo, son de la misma procedencia valenciana. Fue bendecido dicho altar, para la apertura del templo al culto, el 19 de marzo de 1917.
Las hornacinas de los laterales del recinto son de igual material, estilo y procedencia que la del susodicho retablo. En ellas están entronizadas las imágenes de San Sebastián y Santa Lucía. Éstas han sido reiteradamente atribuidas al imaginero guiense Lujan Pérez, que nació en 1756 y falleció en 1815. Sin embargo ya constan en los inventarios parroquiales del siglo XVII, y por lo tanto anteriores a dicho escultor. Además, sus características y rico policromado, las hacen suponer procedentes de la escueta sevillana del primer tercio de dicho siglo.
Por otro lado. San Sebastián estuvo casi siempre en la ermita de su nombre, situada en la actual Plaza de la Constitución, hasta que fue derruida en 1868.
A Santa Lucía se le daba culto antiguamente con vestidos, como si de una imagen de dichas características se tratara, al igual que ocurre con la Virgen del Pino, que pese a ser una preciosa talla, la hemos conocido siempre con ricas vestimentas.
En cuanto al Corazón de Jesús, trasladado recientemente al primer altar del deambulatorio, es una magnífica obra en cedro policromado, hecha en Las Palmas por el antes nombrado Don Agustín Navarro Beltrá hacia 1916, y donada a la parroquia por Dña. María del Rosario Martín y Jiménez del Águila.
Volver arriba
Altar de San José
La imagen de San José ha presidido siempre esta nave a él consagrada, aunque ahora lo han trasladado junto al Santísimo. La talla que aquí se venera fue traída de Barcelona en 1876, a instancias de la Asociación Piadosa de su nombre, por un costo total de doscientas cincuenta pesetas.
Reunida de limosnas una poca cantidad, puso el resto el presbítero D. Pedro Regalado Hernández Armas, tío de la familia Hernández Pérez nombrada, grandes benefactores de la parroquia. En cuanto a la antigua imagen de dicho santo que data de 1690, se le da culto en el Belén Parroquial.
Volver arriba
Altar del Señor de la Humildad y Paciencia
Esta vigorosa talla, obra del escultor madrileño D. Manuel Romero, fue donada a la parroquia en 1978 por D. José Mujica Suárez. La modestia del donante nos impidió el conocer su costo y otros pormenores de la misma.
Su mesa de altar, al igual que la que ocupa ahora el Corazón de Jesús, fue realizada en samanguila por los carpinteros tallistas y ebanistas aruquenses, D. Juan Lorenzo Rodríguez y su hijo D. José Lorenzo Castellano.
Aquí es de justicia reseñar, que D. José Mujica Suárez quiso potenciar la liturgia procesional de la Semana Santa, dotándola de las imágenes o pasos necesarios para todos y cada uno de los días de la misma.
Para tal fin aportó en los meses siguientes varias imágenes más, tanto del escultor Romero nombrado, como del también madrileño D. Manuel Dorrero. El criterio del párroco en aquellas fechas, en plena renovación conciliar, le hizo desistir del proyecto. No obstante, algunas de estas imágenes se han incorporado en los últimos años a los tradicionales pasos de la Semana Mayor.
Volver arriba
Altar de Semana Santa
Su preciosa vidriera de tres cuerpos, que representa el Degollamiento de San Juan Bautista, fue donada por el egregio Don Francisco Gourie Marrero en 1917.
Su retablo de cedro, en estilo gótico, está constituido por dos hornacinas a la derecha del altar y otras dos a la izquierda, en cuyos frontales están finamente tallados, medallones con alegorías y símbolos de la Pasión, y sostenida cada parte por seis columnas pareadas, rematadas éstas de angelotes que soportan el conjunto.
De igual material y estilo es su sagrario y mesa de altar. Esta, con escenas de Cristo con el Ángel una, y con sus Apóstoles otra, realizadas en marfil en su respaldo y rematado éste con friso de florones. En la predela o frontispicio de dicha mesa, una representación de la Última Cena en marfil, análoga a las anteriores, todo ello obra del susodicho escultor Don Agustín Navarro Beltrá. Este conjunto se terminó de colocar para la Semana Santa de mil novecientos veinticuatro, costeado también por el archinombrado benefactor D. Francisco Gourie Marrero.
En cuanto a sus imágenes, comenzamos por la Verónica por ser la más antigua. Data de 1741, año en que D. Francisco Reyes la mandó hacer junto con otra del Nazareno que se deterioró. Se trajo del Convento de Santa Clara de Las Palmas de Gran Canaria, y se incorporó a la Semana Santa el 29 de marzo de dicho año. La de la Virgen de Los Dolores, se expuso a la veneración de los fieles en marzo de 1852, y la de San Juan Evangelista en igual mes de 1853. Tres años después se entronizaron las de Jesús Nazareno y la del Crucificado.Ésta última, ahora en la sacristía, fue conocida como el Cristo del Seminario, por los muchos años que estuvo en dicho centro. Fueron realizadas estas cuatro imágenes, por el escultor teldense D. Silvestre Bello Artiles, en su taller de Las Palmas de Gran Canaria.
En el centro de este altar esta el Señor de la Buena Muerte o Cristo Yacente, obra del escultor aruquense D. Manuel Ramos González que lo ofreció a la parroquia en veinte mil pesetas. Se adquirió en octubre de 1943, reuniéndose dicho importe por suscripción popular, encabezada por el Excmo. Ayuntamiento.
Se bendijo el 17 de marzo de 1944, como acto de despedida de los misioneros que habían impartido su misión en dicho mes, en las parroquias de la jurisdicción aruquense.
Volver arriba
Altar de la entrada de Jesús en Jerusalén
Popularmente conocido como «El Señor de la Burrita», es una imagen de serie, en pasta de madera, donada a la Parroquia en 1950 por una devota que quiso permanecer en el anonimato.
Se bendijo el 12 de febrero de dicho año y salió por primera vez en procesión el siguiente ,2 de abril, Domingo de Ramos. Todavía muchos recuerdan el apoteósico recibimiento que se le hizo en dicho día a su paso por la calle La Cerera, con profusión de banderas, fachadas enramadas, alfombras, cortinajes y gran estruendo de voladores.
Volver arriba
Altar de la Virgen de Fátima
El 27 de noviembre de 1951, martes, una imagen de la Virgen de Fátima, llamada también Virgen Peregrina, visitó nuestra ciudad y cada uñó de sus barrios. La devoción popular por ella prendió de inmediato, y se adquirió en aquella misma semana una imagen igual, que quedó depositada en la casa de D. Vicente Marrero Granado en el pago La Frontera.
El domingo dos de diciembre, a la despedida de la Virgen de Fátima en su ida a la parroquia de Santidad, hizo alto en dicha casa, donde se bendijo la nueva imagen, de la que fueron sus padrinos el nombrado D. Vicente Marrero y su esposa. Mientras la Virgen Peregrina seguía su itinerario, la nueva imagen fue traída en procesión a esta parroquia, donde quedó entronizada.
Su retablo, en cedro, de estilo barroco con hastial o frontón circular abierto, y tronco de árbol ramificado en su centro haciendo de peana, fue obra del carpintero tallista y ebanista D. Manuel Díaz Batista. Su mesa de altar, al igual que la anterior y de análoga tipología, fue realizada por la familia Lorenzo antes nombrada.
Volver arriba
Capilla de la Virgen del Rosario
Las dos vidrieras a la derecha del altar, representan a San Bruno y a Santa Saturnina. Fueron donadas por D. Ramón Madan y Uriondo, Marqués de Arucas, en memoria de sus suegros D. Bruno González Castellano y Dña. Saturnina Fernández del Campo. Las dos de la izquierda, con las efigies de San Ramón Nonato y la Virgen del Rosario, del mismo donante, se dedicaron, la una a su santo y la otra en recuerdo de su esposa Dña. María del Rosario González y Fernández del Campo. Fueron colocadas en marzo de 1917.
Su retablo en forma de tríptico, donado por los Marqueses de Arucas sucesores de Don Ramón, es de cedro ornamentado con bronce y jaspe artificial.
Tiene ricamente talladas en sus hojas representaciones de La Visitación, La Anunciación, La Adoración de los Pastores y el Descendimiento. Del mismo estilo es su mesa de altar, con labras de mosaicos en su frontal y laterales. Fue realizado este valioso conjunto, por el sacerdote, pintor y tallista D. Manuel Grande en 1949. Se bendijo el 7 de septiembre de dicho año.
En cuanto a la imagen de la Virgen del Rosario, fue encargada en 1727 al escultor palmero de origen portugués D. Juan Manuel de Silva, en su taller de Las Palmas de Gran Canaria, que le hizo cabeza y manos de un ciprés del convento de San Francisco.
El cuerpo y los brazos fueron realizados en igual fecha en dicha capital, por D. Miguel Moreno que se firmaba como «Maestro de carpintero y. de esculturas».
El Niño Jesús que lleva en su brazo izquierdo, es una talla realizada en dicho convento años antes para la vieja imagen del Rosario. Al estar ésta deteriorada, se pasó dicho Niño Jesús a la nueva.
En esta capilla, a los lados de su altar sobre peanas, se veneran también las imágenes de San Luis Gonzaga y Santa Rita de Casia.
La de San Luis Gonzaga fue realizada en Guía en 1892, por el escultor palmero D. Arsenio de Las Casas Martín, encargada y costeada por el coadjutor D. Juan Francisco González, para la Congregación de dicho santo por él fundada en 1891.
La de Santa Rita de Casia, de la que desconocemos su procedencia, fue al parecer auspiciada por Dña. María Julia Guedes, que suscitó su devoción hace varias décadas en la barriada aruquense Juan XXIII, donde se celebra su fiesta.
Volver arriba
Altar de San Blas
Tenemos a la derecha de su entrada, sobre repisa gótica, una valiosísima talla policromada de San Miguel Arcángel con Lucifer a sus pies.
Según los textos es de 1770, en que se hizo nueva para sustituir la anterior, que encargada por el párroco D. Juan Mateo de Castro en 1690 al escultor D. Lorenzo de Campos, se había deteriorado.
Sin embargo hay evidencias de que esta es en verdad la antigua, y que en dicho 1770 no se cambió, sino que se restauró convenientemente.
Ya dentro del recinto, el vitral con la efigie de San Blas, con vidrieras de adorno a ambos lados. Fue donada en 1916 por D. Blas Rosales Batista, otro gran benefactor de Arucas y de su parroquia, que fue Mayordomo de la Cofradía de dicho santo; de la de San Sebastián, y Tesorero de la Junta de Construcción de este magno templo. El retablo y altar, en samanguila, de paneles ciegos y gabletes en un gótico sobrio, fue realizado por los mentados artesanos D. Juan Lorenzo y su hijo D. José.
Lo preside una talla de San Blas, que según documentos parroquiales, la hizo en 1877 el escultor palmero D. Arsenio de Las Casas Martín. Sin embargo habrá que tener en cuenta la afirmación del investigador D. José Miguel Alzola González, de que es una talla de San Buenaventura del siglo XVIII, que perteneciente a la iglesia de San Francisco de Las Palmas de Gran Canaria, fue donada a nuestra parroquia en dicho 1877, por el presbítero D. Bernardo Cabrera Marrero.
A su derecha, la imagen de San Nicolás de Bari. Es una talla policromada de 1717, traída por el canónigo D. Manuel Álvarez de Castro, para la que había construido una capilla en dicha fecha.
A su izquierda la imagen de San Cayetano, de las llamadas estofadas, que data de 1680, año en que tenía su altar en la ermita de San Sebastián.
En 1818, fue presentada como «nueva» y obra suya, por su mayordomo D. Francisco Martínez, pero al parecer es la misma imagen de 1680, restaurada en aquel año.
Volver arriba
Altar de San Francisco
Su vidriera, con la efigie de San Francisco de Asís, fue donada en 1916 por el párroco D. Francisco Cárdenos Herrera. Su magno retablo en estilo barroco fue mandado hacer en 1729, por el canónigo D. José Álvarez de Castro para el altar de San José, que presidía la nave a él consagrada en el viejo templo.
El tres de noviembre de 1946 fue colocado en este recinto, dividido en dos partes para adaptarlo al mismo, perdiendo por ello algunos adornos, pequeñas cabezas aladas, el nicho central y sus remates, etc. Su mesa de altar, de análogo bello estilo, es la que tiene el patrono San Juan Bautista en el Altar de La Milagrosa.
Fue segregada de este retablo para dejar espacio al Cuadro de Ánimas que preside este altar.
Dicho retablo, ricamente policromado, tiene pintadas al óleo junto a cada una de sus dos hornacinas, las efigies de San Joaquín a la izquierda y la de Santa Ana a la derecha.
Entronizada en el nicho de dicho lado, la talla de San Antonio de Padua; en el otro, la de San Francisco de Asís. Son ambas de pino marítimo, traídas de la Casa Candela de Valencia en 1916, costando su hechura mil pesetas cada una, que fueron donadas por el egregio D. Francisco Gourie Marrero.
Fue este D. Francisco Gourie, el verdadero mecenas en la edificación de éste magno templo parroquial. Sin sus constantes aportaciones, semana tras semana, pagando sueldos y materiales de su peculio a lo largo de veinticinco años, hubiera sido imposible el construirlo.
Este altar es denominado también «De Ánimas», ya que siempre ha ocupado su parte baja central, un cuadro representativo de las Almas del Purgatorio.
El que ahora esta expuesto se encargó en Sevilla en 1856. Costó su pintura y marco veinticinco pesos, y el flete y traslado hasta Arucas, diecisiete más.
Volver arriba
Capilla Bautismal
Tiene esta capilla tres vitrales de dos cuerpos cada uno. A la izquierda, el de San Silvestre bautizando al Emperador Constantino; a la derecha, el de San Francisco Javier cristianizando a neófitos de varias razas, y en el centro el de San Juan Bautista bautizando a Jesucristo.
Colocados en 1920, se costearon los dos primeros por suscripción de un grupo de señoras de Arucas, y el de San Juan Bautista, por Dña. Dolores Rosales Marrero y sus hijas Dña. Dolores y Dña. Rosenda Rosales y Rosales.
En el centro de dicha capilla la magnífica Pila Bautismal, en piedra azul de Arucas, primorosamente labrada, con su tapa tallada en caoba, obra realizada toda por el polifacético D. Domingo Benavides en 1862 y bendecida el 19 de abril de dicho año.
Sobre ella, el popular «San Juanito», talla en marfil así nominada por su pequeño tamaño. Consta por primera vez en el inventario parroquial de 1770, aunque se le supone más antigüedad. A la izquierda, la preciosa talla de San Juan Bautista «El Chico», llamada así por ser más pequeña que la imagen nueva de San Juan traída en 1848.
Aparece en el inventario, parroquial de 1575, suponiéndosele de la escuela andaluza, y posiblemente donada por el Mayorazgo de Arucas, fundado tres años antes. Estuvo muchos años en la capilla del cementerio y se trajo de nuevo a la parroquia hacia 1943. De unas décadas a esta parte, le celebran su fiesta los vecinos de Hoya de San Juan, Hornillo y Castillejos.
Se conserva también en esta capilla un busto de La Dolorosa en madera policromada, atribuido a la escuela de Pedro de Mena. Fue donado a la parroquia en 1876 por D. Manuel González, conocido popularmente como«El Médico del Carril».
También se expone aquí una rica muestra de la pinacoteca parroquial. De ella destacar, que abarca periodos de los siglos XVI a XVIII, unos de artistas anónimos y otros de renombre, como los atribuidos a Gaspar de Quevedo, Cristóbal Hernández de Quintana, Fray José Ponce, etc.
Cierran esta capilla dos artísticas verjas de hierro forjado, diseñadas por D. Antonio Rodríguez Uribe hacia 1910 y realizadas por el maestro herrero D. Eladio Quevedo Rodríguez.
Volver arriba
Santo Cristo del Altar Mayor
Esta preciosa talla que aquí veneramos, se hizo en Las Palmas de Gran Canaria hacia 1690, encargada por el mayordomo de la parroquia D. Fernando de Armas Troya, posiblemente al escultor de moda en esos años, el palmero Lorenzo de Campos, autor igualmente de la primitiva imagen de San .Miguel.
Sustituyó en este altar al Cristo de la Vera Cruz, obra realizada en 1643, atribuida al lagunero Domingo Pérez Donis, que pasó luego a la Capilla de la Soledad del antiguo templo, estando actualmente en la sacristía pendiente de restauración.
A la presente imagen se le ha denominado también Cristo de La Salud, como así consta en algunos inventarios, pero no hay que confundirlo con su homónima, entronizada en la ermita del Calvario, que es al parecer la que trajo en 1722 el devoto D. Juan de Quintana Castro, para la que instituyó con el nombre de Cristo del Buen Viaje, fiesta con misa y procesión, el 14 de septiembre del indicado año.
Volver arriba
Naves, Coro y Triforio
En las naves laterales, junto a cada altar o capilla, se exponen las catorce estaciones del Vía Crucis. Fueron talladas en cedro, en estilo gótico, por el varias veces nombrado escultor D. Agustín Navarro Beltrá. Se colocaron y bendijeron el primero de noviembre de 1925, y fueron costeadas por la devota señorita Dña. Josefa Ponce Martín.
Sobre la nave central, la grandiosa lámpara de tres aros de distinto diámetro, con un total de ciento veinte luces. Es de bronce dorado, donada por el Dr. D. Jerónimo Megías Fernández, que la importó de Alemania en 1922 y cuyo costo total ascendió a quince mil pesetas.
En el Coro, sobre la puerta principal del templo, el magnífico órgano de la Casa Organería Española. Tiene dos teclados manuales con tres registros para el primero que son: Flauta, Lleno y Trompeta. Para el segundo: Flauta dulce, Flauta Cónica y Lleno. Pedal de expresión para el segundo teclado. Trémolo para los registros suaves. Teclado de pie para Violón de 8 y Bajo de 16. Cuatro enganches de teclado y un Tutti. Mecanismos de teclado y fuelle eléctricos, etc. Fue donado en 1950 por el ingeniero aruquense D. José Hernández y su madre Dña. Josefa Suárez.
En el triforio destacan la belleza de sus vidrieras, rosetones y ventanas. Son un total de cuarenta y seis módulos multicolores, que al igual que en los catorce de las capillas y altares de las naves del templo, se siguió la técnica de ejecución de los vitrales antiguos o martelés, pintados a mano y cocidos a gran temperatura, que les aporta gran inalterabilidad.
Sobre el coro, en la fachada principal, rosetón de cinco metros de diámetro, con cincuenta y cinco piezas en mosaico de vidrio y Cordero Pascual en el centro.
En las fachadas norte y sur dos rosetones más, de cuarenta y nueve piezas cada uno, con anagramas J.S. entrelazadas en uno y las letras Alfa y Omega en el otro.
En los plementos de la bóveda del presbiterio, cinco rosetones de 1,75 metros de diámetro cada uno. El frontal tiene en su centro la alegoría del Espíritu Santo y los otros las de los cuatro Evangelistas.
Debajo de cada rosetón grande, ocho ventanas de adorno con motivos de mosaico de vidrio en la fachada sur; de cuadrilóbulos con círculos en colores lisos con grisella rica en la principal, y de rosas y azucenas con cartelas con letanía de la Virgen, en la orientada al norte.
Si bien todos estos ventanales se facturaron a nombre de la Junta de Construcción, fueron pagados por el archinombrado benemérito D. Francisco Gourie Marrero.
Sobre las capillas del Carmen, del Rosario y Bautismal, tres de tres cuerpos, con dos de adorno a los lados, situados en los paneles laterales.
Representan respectivamente el Tránsito o Muerte de San José, donado por D. Demetrio Granado; San Rafael con Tobías, por Dña. Josefa Ponce Martín, y La Virgen del Rosario, Santo Domingo y Santa Rosa, por D. Manuel Hernández Pérez e Hijos. Las de adorno en mosaico de vidrio a los lados de las descritas, las pagó la Junta de Construcción del Templo.
Sobre los altares de la Milagrosa, del Corazón de Jesús, de San Blas y de San Francisco, cuatro vitrales de cuatro cuerpos cada uno, que representan respectivamente el Martirio de San Sebastián, donado por devotos una parte y la otra por D. Salvador Rosales y su esposa Dña. Dolores Suárez. La Ascensión del Señor lo fue por el Penitenciario de la Catedral e hijo de Arucas, D. Celestino González Marrero; la Asunción de la Virgen, donativo de Dña. María del Pino Apolinario Placeres, y el del Martirio de Santa Lucía donado por D. Manuel del Toro González y su esposa Dña. Dominga Marichal Martín.
Sobre el Altar de Semana Santa, ventana de tres cuerpos en la que se representa a San Juan Bautista Predicando a las orillas del Jordán. Fue donada por D. Francisco Gourie Marrero y su hermana Dña. Rosario, señora que también se distinguió por sus grandes aportaciones económicas a los gastos del templo.
Volver arriba